Es un arbusto o arbolito glabro, funcionalmente dioico, habitualmente de unos 6 o 15 m de altura, con tronco recto, porte piramidal, y con copa densa y ramosa desde la base. Tiene la corteza lisa durante toda su vida. Al principio es de un color verdoso y a partir del segundo o tercer año va tomando un tono gris oscuro definitivo. Sus hojas son persistentes, simples, pecioladas, alternas, con forma ovalada y, como cualidad más característica, con un borde fuertemente espinoso en los ejemplares jóvenes y en las ramas más bajas en los adultos y, ni espinosas lateralmente, ni coriáceas y de color mucho más claro las jóvenes de las ramas superiores de estos últimos. Duran unos cinco años y son de color verde muy brillante por el haz y verde amarillento mate por el envés, totalmente lampiñas, muy rígidas y coriáceas. Las flores pueden tener hasta 9 mm de diámetro, algo menos las femeninas y aparecen solas o en cimas más o menos densas. Las femeninas son dialipetalas, y las masculinas rotáceas (actinomorfas con tubo muy corto y pétalos patentes), todas de color blanco o rosado y ocasionalmente manchadas de púrpura. Tienen cuatro o cinco sépalos e igual número de pétalos, de estaminodios soldados al receptáculo debajo del ovario las femeninas y de estambres soldados a la corola las masculinas. Producen los ejemplares femeninos un fruto poco carnoso (drupa), globoso/elipsoidal centimétrico, de color verde en un primer tiempo y luego de un color rojo brillante o amarillo vivo, que madura muy tarde -hacia octubre o noviembre- y que permanece mucho tiempo en el árbol, a menudo durante todo el invierno. Contiene en su interior cuatro o cinco semillas (pirenos). Puede llegar a vivir quinientos años, aunque normalmente no pasa de los cien.