JACA PIRINEOS, PARAISO DE MONTAÑA

ENCLAVE HISTÓRICO

Estas montañas han recibido a lo largo de sus 2000 años de historia influencias celtas, romanas, carolingias, árabes, judías y cristianas, conformando su singular personalidad y explicando su peso en el devenir histórico de Aragón.

La verdadera historia de Jaca comienza en el s. III a.C. cuando se establece aquí un pueblo íbero llamado iaccetano, que acuña moneda con el nombre de Iacca. Es un pueblo pastoril y ganadero que vive para la guerra y que habita en estas tierras hasta el año 195 a.c. cuando se produjo la invasión de los romanos, con la conquista de Marco Poncio Catón. Durante la etapa romana y visigoda, Jaca debió ser una importante plaza, situada estratégicamente entre la península Ibérica y Francia y punto de paso obligado para cruzar los Pirineos.

Después de las invasiones de suevos, suesetanos o visigodos se establecieron ciertas guarniciones militares de musulmanes con el fin de cobrar tributos para el Islam
A caballo entre la historia y la leyenda es entonces cuando aparece una importante batalla en la  que habrían de vencer las tropas del conde Aznar Galíndez en el año 760, que da origen a las cuatro cabezas moras del escudo de Jaca. Hoy día se conmemora el hecho el Primer Viernes de Mayo, como una de las fiestas más tradicionales de la ciudad.  También cuenta la leyenda que en esa época tuvo lugar el martirio de Santa Orosia, convirtiéndose luego en patrona de la ciudad.

El condado de Aragón, fundado jurídicamente en torno al año 830 en el Valle de Echo, cae en poder de Sancho III el Mayor de Navarra en los primeros años del siglo XI, quien, a su muerte en 1035, lo cede a su hijo Ramiro I. Éste logra hacerse con los condados de Sobrarbe y Ribagorza y con todo el territorio bajo su control funda el reino de Aragón y se plantea hacer de Jaca su capital, lo que supondría  que Jaca pase de ser un pequeño poblado agrícola y ganadero a una importante ciudad bajo dominio regio.

Pero será su hijo, Sancho Ramírez, quien dé el empujón definitivo al desarrollo de Jaca, otorgándole un Fuero en 1077, es decir, un conjunto de leyes de convivencia, por el que se convierte en Capital del Reino de Aragón, se le concede el título de ciudad  y traslada allí la sede episcopal de Aragón. Con ello llegan a Jaca numerosas gentes, atraídas por los privilegios concedidos por el monarca y por la actividad comercial que comienza a desarrollarse. Los monarcas aragoneses conceden también otros privilegios a favor de Jaca, como la realización de un mercado semanal y la posibilidad de organizar ferias. El esplendor de Jaca se reafirma gracias a su situación como lugar de paso del Camino de Santiago. Los peregrinos europeos que elegían cruzar los Pirineos por el paso de Somport debían llegar a Jaca, que se beneficiaba así del tráfico de gran número de peregrinos. A través de los Pirineos entra también el primer románico, que tiene en la catedral una de sus primeras muestras. La concesión por parte de los reyes de la facultad de recaudar determinados impuestos y la emisión de moneda hicieron que la ciudad conociera un importante desarrollo, lo que se tradujo también en el establecimiento de una extensa colonia judía. De la importancia de este grupo nos habla la existencia de dos sinagogas hasta bien entrado el siglo XV.

Los siglos XI y XII fueron de gran esplendor para la ciudad, además desde el s. XI Jaca va construyendo su muralla para defenderse de continuas invasiones  y en el S. XVI, el miedo a las ideas reformistas lleva a Felipe II a blindar el Pirineo Aragonés con las construcción de numerosas fortalezas por toda la cordillera, entre las que destaca la Ciudadela. Ese fue el momento en el que la ciudad se convierte en una importante plaza militar.

Ya en el siglo XVIII, durante la guerra de Sucesión, Jaca se mantuvo fiel al que después se proclamaría Felipe V, lo que le valió los títulos de Muy Noble, Muy Leal y Muy Vencedora. Durante los siglos XVIII y XIX, la ciudad mantiene su importancia estratégica como plaza militar y cabeza de partido judicial.

A comienzos del S. XX, se produjo un hecho muy significativo, el derribo de la muralla, lo que permitió el crecimiento de la ciudad y un proceso de transformación urbana y de construcción de nuevos edificios. Jaca cobra protagonismo en la historia en 1930 al sublevarse un grupo de militares de la guarnición, al mando de los capitanes Galán y García, con la intención de proclamar la II República.

Tras la Guerra Civil, que supuso un gran sufrimiento para esta tierra, y sobre todo a partir de 1950 es cuando comienza el verdadero desarrollo urbano en la vieja ciudad medieval. La consolidación de las estaciones de esquí, la llegada del turismo masivo, las repetidas aspiraciones olímpicas, la celebración de eventos como el Festival Folklórico de los Pirineos y el Festival Olímpico de la Juventud Europea, la inauguración de nuevas instalaciones deportivas como el Pabellón de Hielo, el cambio de una economía agrícola – ganadera a otra basada en el sector servicios configuran el presente de la Jaca y su Comarca, así como un prometedor futuro.