El paisaje de la Val Ancha
Un paseo por las afueras del casco urbano de Espuéndolas nos permitirá hacer una lectura del paisaje de esta zona del término municipal de Jaca. Esta localidad, cierra al este la Val Ancha. Esta extensa llanura está delimitada al sur por la Sierra de Oroel y al norte por la Sierra de Baraguás. Entre estas dos cadenas montañosas se extiende una amplia llanura compuesta por cientos de campos cerealistas solamente rota por pequeños cerros, denominados coronas en esta zona, sobre los cuales se suelen asentar las calles de las pequeñas localidades que componen esta ruta patrimonial.
En sentido este-oeste de la Val Ancha discurren los ríos Gas y Tulibana que reciben las aportaciones de un buen conjunto de barrancos que desaguan los torrentes de agua desde la Sierra de Baraguás hasta el llano. De hecho, veremos perfectamente cómo Espuéndolas está flanqueada por dos barrancos que desembocan en el río Tulibana: al oeste el Barranco de los Cañamares y al este el Barranco Fuendepino, también llamado Barranco de Espuéndolas. En estas zonas de barrancos distinguiremos sin dificultad unos curiosos fenómenos geológicos llamados cárcavas donde el grisáceo suelo de margas ha sido erosionado por el agua de lluvia creando alargados socavones.
Una ermita prerrománica
Para muchos historiadores, la ermita de San Julián de Asprilla, también llamada de Santa Isabel, es el último eslabón conocido del arte prerrománico de las tierras occidentales del primitivo reino de Aragón. Nos podremos acercar a esta joya del patrimonio cultural de la Val Ancha, que fue rehabilitada en 2008, saliendo por una pista desde el casco urbano de la localidad en dirección norte hasta llegar a los pies de la Sierra de Baraguás. Esta ermita, a la que se acude en romería el primer fin de semana de julio, ha sido identificada con el antiguo monasterio de San Julián, que se levantaba sobre la villa de Asperilla. Se sabe por documentación, que uno de los matrimonios de la villa, apellidado Sancho Garcés, la ofreció al Monasterio de San Juan de la Peña en 1049 lo que permite averiguar aproximadamente su fecha de construcción.
Con diversas variantes, todas las iglesias pertenecientes a esta corriente artística, llamada larredense, se configuraron mediante una nave de planta rectangular y cabecera cuadrada, estando ambas estancias cubiertas con techumbres de madera a dos vertientes. Este templo rural se relaciona con las iglesias de Santa María de Liena en Murillo de Gallego, Santa Eugenia de Luesia, San Adrián de Guasillo o San Jacobo de Ruesta. San Julián de Espuéndolas entronca con ellas en la organización general de su planta y en la forma y disposición de las ventanas del muro sur, pero supone un avance en este estilo constructivo al conseguir una manera adecuada de resolver la configuración del vano de la cabecera.
Un pueblo, dos romerías
Además de las festividades locales de cada pueblo, que en el caso de Espuéndolas son el tercer domingo de septiembre en honor a los Santos Justo y Pastor y el 2 de julio para venerar a Santa Isabel, las localidades de la Val Ancha, como otras muchas del resto del término municipal de Jaca y de la comarca, han mantenido durante siglos la participación en dos importantes romerías que hacen que compartan una devoción común que sus gentes han mantenido durante siglos. Se trata de la romería a San Indalecio en el Monasterio de San Juan de la Peña en la primera quincena de junio y la romería a Jaca en honor a Santa Orosia el 25 de junio. En ella los vecinos de Espuéndolas bajan en romería, portando la cruz, hasta las calles de Jaca por donde son procesionados los restos del cuerpo de esta santa custodiados en una bella arqueta de plata.
Espuéndolas, junto a Guasa e Ipas, son los únicos pueblos de esta zona de la Val Ancha que participan en ambas romerías. Estas localidades se sumaban a otras doscientas poblaciones que han subido históricamente en romería hasta la desaparecida ermita de San Indalecio en la pradera del Monasterio Alto de San Juan de la Peña donde se hacían rogativas de agua para posteriormente comer a la sombra de los quejigos.