Casetas de piedra seca
Paseando por los caminos y senderos del entorno de Ipas podremos ver, en muchos casos entre la maleza, hasta un total de doce casetas construidas con la técnica de piedra seca que constituyen un destacado conjunto de patrimonio etnográfico. Se concentran en las laderas del Monte Rapitán, en el llamado Llano de Ipas y en el Barranco de Ana.
Se trata de pequeñas edificaciones destinadas a usos agrícolas, sobre todo, como almacén de aperos e incluso refugio de pastores. Se trata de casetas de planta cuadrada, generalmente de pequeñas dimensiones, que cuenta con una estancia única. Sus muros se levantaron haciendo uso de la técnica de la piedra seca, es decir, la piedra está dispuesta sin ningún otro material añadido. Es una técnica de arquitectura en estado puro que supone un aprovechamiento ecológico del terreno y un ahorro en las técnicas constructivas.
Al interior se cubren con lo que se llama falsa bóveda: las losas van formando círculos concéntricos de radio decreciente hasta llegar al vértice. En toda la caseta sólo hay un hueco al exterior. Está en la bóveda y es la salida para el humo de las hogueras que daban calor a los pastores.
A los pies de la Sierra
Ipas, junto a las localidades de Badaguás y Lerés, se ubican a los pies de los montes de la Sierra de Baraguás, también llamada Sierra de la Contienda, los cuales sirven de límite natural de la Val Ancha por el norte. Ipas ofrece una extraordinaria panorámica que nos permite comprender en toda su magnitud el espacio de la Val Ancha: al sur la sierra Oroel rematada en el este por la imponente Peña Oroel, ante ella la formación geológica de los Capitiellos que separa los pueblos de la Val Ancha en dos, a continuación una extensa llanura únicamente rota por los cerros – o coronas- donde se suelen ubicar los cascos urbanos de estas localidades, y a nuestras espaldas la Sierra de Baraguás tras la cual se esconde el Valle de la Garcipollera. Los montes que dan sombra a Ipas son conocidos, concretamente, como Las Peñas de Castillón y en ellos arrancan tres senderos – PR-HU 81, 83 y 84 – que nos conducirán a lo alto de estos montes: por un lado a lo alto del Fuerte del Rapitán y por otro a lo alto del pico Albarún, que con 1.551 metros de altitud es el pico más alto de la Sierra. Desde estos dos puntos el paisaje antes descrito se amplia y abre ante nosotros de forma espectacular.
La importancia de la Ermita de Nuestra Señora de Ipas
Al norte del casco urbano de Ipas, en las faldas de las Peñas de Castillón, se conservan los restos de lo que en su día fue uno de los santuarios más importantes del Pirineo. A él acudían en romería gran afluencia de fieles el 8 de septiembre, Natividad de la Virgen, y desde los pueblos de Baraguás, Bergosa e Ipas subían con sus cruces parroquiales para venerar las reliquias allí custodiadas. De la relevancia del Santuario da idea el hecho de que el Cabildo de la Catedral de Jaca en pleno asistía en procesión uno de los días de rogativas y que en Jaca llegó a existir una Cofradía encargada del mantenimiento del templo a la que sólo podían pertenecer los hijos de nobles de la ciudad. Sin embargo, en el siglo XX el Santuario de Nuestra Señora de Ipas cayó en el olvido y se fue deteriorando hasta alcanzar el estado de ruina que presenta en la actualidad.
Dada su importancia devocional, este pequeño templo contaba con verdaderas joyas de arte mueble en su interior y con una espléndida decoración de pintura mural que fue arrancada en 1969 para evitar su desaparición. Actualmente se pueden contemplar en el Museo Diocesano de Jaca. Datadas en el siglo XV, estas pinturas pertenecen a la corriente del gótico internacional y posiblemente sean obra de la mano de un hábil artista local.