Las cárcavas
En el entorno natural que rodea al pequeño casco urbano de Lerés es posible acercarnos a un fenómeno geológico muy curiosos: las cárcavas. Se trata de grandes socavones, a modo de estrías, que se producen en suelos en pendiente a causa de la acción erosiva de las avenidas de agua. Estos puntos de interés geológico se dan a lo largo de toda la Val Ancha revelándonos los barrancos y lugares por los cuales ha discurrido el agua durante miles de años desde lo alto de la Sierra de Baraguás hasta esta llanura.
En este caso estas cárcavas se han producido sobre suelos de margas, compuestas por arcilla, que es un material extremadamente blando, y de calcitas que otorgan ese color grisáceo e incluso azulado. De ahí que se llamen margas azules.
Huellas románicas
La pequeña parroquia, dedicada a Santa María y San Miguel, conserva en su arquitectura, profundamente reformada en el siglo XVIII, dos huellas de su pasado medieval. La más importante, sin duda, es su ábside (s. XI) construido siguiendo las pautas del llamado románico lombardo; siendo el ábside de Lerés la única muestra conservada en el conjunto de pueblos de la Val Ancha. Este estilo arquitectónico, traído a la península por maestros italianos de la Lombardía, se extendió por todo el Pirineo, desde La Ribagorza, durante los siglos XI y XII.
En el ábside de la parroquia de Lerés se ven perfectamente las pautas constructivas lombardas: muro de sillarejo de piedra, diminutos ventanales y decoración exterior a base de baquetones y arquillos ciegos.
La otra huella medieval es el tímpano que debió presidir la entrada a la parroquia originalmente. Tras la reforma barroca del templo, éste se colocó sobre la puerta de acceso a la torre, dentro del atrio de acceso a la iglesia. Se trata de un tímpano, tallado sobre un gran sillar de piedra, con el anagrama apocalíptico en el que aparecen el Alfa y la Omega, símbolos del Principio y del Fin.
La romería a Jaca para venerar a Santa Orosia
Esta localidad de la Val Ancha participa en uno de las fiestas devocionales más importantes, históricamente, de la ciudad de Jaca y toda su comarca. Se trata de la romería a Santa Orosia y todo se remonta al año 1072 cuando, según la tradición, el pastor Guillem, natural de Guasillo, guiado por un ángel halló los restos de esta santa. Siguiendo indicaciones divinas, el pastor llevó el cuerpo a Jaca y su cabeza a Yebra de Basa donde se construyó una ermita en su honor. Desde ese momento y durante casi mil años, decenas de pueblos de la zona rememoran estos hechos. El día 25 de junio los vecinos de Lerés bajan hasta las calles de Jaca portando la cruz de su localidad. Allí siguen en solemne procesión los restos de Santa Orosia los cuales son llevados bajo palio y custodiados en una bella arqueta de plata.
Asimismo, el Domingo de la Santísima Trinidad, Lerés participa en la romería a Yebra de Basa en cuya iglesia parroquial se celebra una misa en honor a esta Santa.
El culto a Santa Orosia se completa el 25 de junio con otra romería que tiene lugar en Yebra de Basa. En ella el cráneo de la Santa es conducido hasta su ermita, situada en lo alto del monte Oturia, tras haber hecho parada en un total de hasta ocho ermitas. En Yebra de Basa, como en Jaca, las reliquias son acompañadas de los coloridos Danzantes de Santa Orosia quienes ponen color a la fiesta al ir ataviados con su típicos trajes y gorro de flores, además de con su palo de boj.