Es uno de los más grandes y más bellos de los árboles nativos de EE. UU., capaz de alcanzar los 50 m de altura y 2.5 m de diámetro de tronco; su altura ordinaria, de 18 a 26 m. Prefiere suelo profundo, rico, y algo húmedo. Es bastante común que crezca en solitario. Las raíces son carnosas. El crecimiento es realmente rápido. La forma típica de la fronda es cónica.
En el bosque este árbol llega a tamaños que lo hacen espectacular. El tronco llega a parecerse a columnas corintias, alto y esbelto, las ramas salen simétricamente, y todo su contorno, aunque algo formal, posee una clara elegancia.
Las hojas tienen una forma inusual, y se desarrollan de un modo peculiar y característico. El brote foliar está compuesto de escamas como es usual, y esas escamas crecen con el crecimiento de la rama. Así no difieren sus brotes del de los demás árboles, pero lo peculiar es que cada par de escamas desarrolla como una envoltura oval que contiene la hoja joven y la protege contra cambios de temperaturas hasta ser fuerte. Cuando alcanza el estadio de separar las brácteas, las diminutas neohojas salen cuidadosamente plegadas a lo largo de la línea de rotura, abriendo al madurar, y hasta ocurrir eso, las brácteas se comportan como estípulas, creciendo hasta 25 mm o más en longitud antes de caer. La hoja es única en forma, su ápex se corta al final de un modo peculiar, los peciolos son largos, angulosos, y tan suaves que las hojas fluyen independientemente, y sus brillantes superficies dan un efecto al follaje como dándoles mucho más brillo.